A pocos días de la celebración del Día Internacional de la Paz, como parte del Año de la Paz y la Seguridad en África, el presidente de la Comisión de la Unión Africana (UA), Jean Ping, emitió un editorial del cual se ofrece aquí un fragmento traducido.

El 21 de septiembre, el continente africano se unirá al resto del mundo para celebrar el Día Internacional de la Paz. Cada año desde 1982, ese día a proporcionado un punto de reunión para que las Naciones Unidas (ONU) y sus estados miembros -pero también para la sociedad civil, el sector privado y los individuos- unan fuerzas para avanzar en la paz global.

Este año, el 21 de septiembre tendrá un significado especial para las personas africanas, ya que será la culminación del Año por la Paz y la Seguridad, declarado durante la Sesión Especial de la UA sobre la Consideración y Resolución de Conflictos en África, realizada en Trípoli el 31 de agosto de 2009.

En aquella ocasión, los jefes de Estado y Gobiernos Africanos destacaron su compromiso colectivo para llevar paz al continente.

(…) El Día de la Paz es un punto simbólico de este compromiso. Aunque la paz no puede lograrse en un día, el 21 de septiembre otorga a los africanos la oportunidad de celebrar éxitos notables en la esfera de la construcción de la paz y poner la paz en práctica a través de un momento de unidad de cooperación colectiva. Un cese de las hostilidades el Día de la Paz, permitirá a las agencias humanitarias dispensar medicinas que salvarían vidas y dar vacunas y otras asistencias humanitarias a las comunidades que de otro modo serían inaccesibles.

Lo que es más importante, un Día de la Paz exitoso creará la esperanza de un futuro mejor para todo el continente.

Las actividades de un solo día pueden energizar a os africanos de todos los caminos de la vida, ayudando a generar un movimiento para la paz de base diseminado en todo el continente.

Y ese incremento de la demanda de paz y las acciones destinadas a provocar la paz pueden realmente ayudar a cumplir nuestra promesa de común de un África libre de conflictos.

El 21 de septiembre es una oportunidad para los líderes africanos de renovar las promesas hechas en Trípoli hace justo un año y mostrar, con su ejemplo personal, su compromiso con la paz. Es también una muestra práctica de la sociedad entre la Unión Africana y las Naciones Unidas, dos organizaciones que ofrecen el hombro a la mayor parte de la pesada carga de acciones para la paz, la protección de civiles y la provisión de seguridad para la asistencia humanitaria en todo África.

La sociedad también abarca la Comunidad Económica Regional Africana, que a menudo a tomado el liderazgo en la respuesta a las crisis económicas y los conflictos armados en diversas partes de África.

(…) Los conflictos son el mayor impedimento para el desarrollo sostenible en África.

Por lo tanto, ocuparse del azote del conflicto es crítico para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas (ODM).

(…) Por estas razones, la Unión Africana, en sociedad con las Naciones Unidas y otros agentes, está decidida a no dejar piedra sin remover para terminar con el conflicto y sostener la paz en África. Como dijo una vez Vijaya Lakshmi Pandit, el respetado diplomático hindú: “Cuanto más sudemos en paz, menos sangraremos en la guerra.

Ya hemos conseguido algunos logros importantes trabajando juntos. Nada ilustra mejor esta sociedad que las operaciones híbridas UA-ONU desplegadas en la región sudanesa de Darfur y la asistencia que las Naciones Unidas otorgaron a la misión de apoyo de la paz de la UA en Somalia”.

(…) Aunque el compromiso de los líderes políticos es importante, la persecución de la paz debería no sólo ser preservada por Gobiernos nacionales y organizaciones internacionales. También debe ser construida desde abajo, con el esfuerzo de hombres y mujeres ordinarios, la sociedad civil y el sector privado: todos tenemos la responsabilidad de alcanzar la paz; todos contamos para lograr la paz.

(…) El 21 de septiembre llevará el llamado de la paz fuera de las cámaras del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y el Consejo de Paz y Seguridad de la UA, y dará voz a los más vulnerables, aquellos que soportan lo peor de la violencia y cuentan a menudo con cicatrices físicas y emocionales. En su grito por la prevención de la violencia, incluyendo la violencia contra mujeres y niños, por la protección contra tales amenazas y por la participación en la tarea de construir una sociedad mejor y, en particular, los esfuerzos para la paz, serán el eco de los concilios de agosto y demandarán que los grandes tomadores de decisiones conviertan la paz y la seguridad en una realidad, no sólo en un slogan. El grito de la gente por la paz convencerá a los que están en guerra de que el compromiso con la paz no puede ser revertido y que las armas de ser silenciadas de forma permanente, los campos de personas refugiadas deben vaciarse de la gente que retorne voluntariamente a sus hogares, y las aulas deben llenarse de niños y niñas decididos a aprender y satisfacer su potencial ilimitado.