El triángulo atormentado
La regionalización del conflicto en Sudán, Chad y la República Centroafricana (CAR)
Según los autores, la dinámica del conflicto en este “triángulo atormentado” rebela una red de actores estatales y no estatales que utilizan estratégicamente las alianzas regionales y la fluidez de las fronteras, para obtener o mantener el poder.
Cada estado tiene una historia de divergencias domésticas que han conducido al conflicto; y estos conflictos locales crearon turbulencias a nivel regional.
Asimismo, la interrelación de las condiciones estructurales ha regionalizado los conflictos en Darfur, el este de Chad y el noreste de la CAR.
Estas condiciones incluyen: estados fragmentados, vacíos de poder en las periferias, la presencia de grupos étnicos transfronterizos, una casta de jóvenes armados en busca de la próxima guerra y una inestabilidad regional perpetua.
Aunque las raíces de la región son históricas, el actual sistema de conflicto regional se aceleró con la escalada de violencia en Darfur en 2003, y el consecuente flujo de personas refugiadas de Darfur al este de Chad en 2003, el incremento de violencia transfronteriza por parte e los grupos armados y el colapso de las alianzas de Chad y Sudán que habían estabilizado la región en el pasado.
Por otra parte, los autores argumentan que el diagnóstico de las crisis como un sistema de conflictos interdependientes tiene una serie de implicancias políticas.
Fundamentalmente, argumentan que debe aplicarse una respuesta regional, concibiendo paquetes de políticas que se ocupen integralmente de los múltiples campos de batalla y fuentes de conflicto.
De este modo, es importante que los actores humanitarios reconozcan que la distinción entre personas refugiadas y desplazadas internas es artificial en el contexto de los conflictos regionales que trascienden las fronteras estatales.
Asimismo, refieren que los mediadores internacionales son esenciales para ocuparse de la marginación histórica de las periferias en las negociaciones por la distribución del poder y las riquezas entre el centro y la periferia.
Aunque el acercamiento clásico de las fuerzas de paz es pertinente, no es suficiente. Son cruciales procesos paralelos que comprometan a los líderes de las tribus de la región, no sólo en un país; como lo son las negociaciones entre los gobiernos de la región, en particular, entre Chad y Sudán.
En cuanto al mantenimiento de la paz, la respuesta también debe ser regional. Este es el caso, en parte, de la EUFOR, la fuerza de paz europea que opera en Chad y CAR.
Sin embargo, el eje central del triángulo está entre Darfur y el este de Chad, y la EUFOR y la fuerza de paz conjunta de las Naciones Unidas (ONU) y la Unión Africana (UA), UNAMID, deberían mejorar su comunicación y colaboración.
Es importante complementar los esfuerzos de gestión del conflicto a corto y mediano plazo con una resolución a largo plazo que se ocupe de las causas estructurales. Para ello, los autores sugieren tres iniciativas particularmente importantes.
Primero: un esfuerzo sostenido por parte de los actores internacionales para mejorar la gobernabilidad en la CAR, Chad y Sudán.
Segundo: un programa de desarme, desmovilización y reintegración para neutralizar a los grupos transnacionales de combatientes con lealtades cambiantes.
Tercero: la construcción de la capacidad de los grupos tribales para resolver sus conflictos por las tierras.