El autor argumenta que los medios de comunicación masivos consienten en contar las historias que los gobiernos y las empresas quieren que ellos escriban en lugar de destacar los temas reales que afectan a las comunidades de base.
El nuevo modelo de Periodismo de Derechos Humanos que defiende Shaw es proactivo y denuncia, en lugar de reforzar, los desequilibrios económicos y políticos. Además, se ocupa de temas latentes antes de que conduzcan a manifestaciones violentas y articula plenamente las causas y factores disparadores o estimulantes de la violencia que están detrás de las explosiones dramáticas en las que suelen enfocarse los medios masivos.
Repasando casos de estudio sobre cobertura que medios masivos occidentales han hecho de intervenciones humanitarias distantes, especialmente en el este de Europa y África, Ibrahim Shaw muestra cómo el periodismo puede crear una esfera pública más informada y empoderada. Shaw argumenta que el periodismo no sólo tiene el poder de informar al público, sino que tiene también una responsabilidad moral como portador del deber de educar e incrementar la conciencia de sus derechos y monitorizar, investigar e informar todas las violaciones de derechos humanos.
Basándose en el principio cosmopolita de justicia global de Kant, Shaw propone el caso del periodismo de derechos humanos como una perspectiva más proactiva en la priorización de la deconstrucción de violencia indirecta, estructural y cultural, como la mejor manera de prevenir o minimizar la violencia política directa.